La elongación axial consiste en alargar nuestra columna a lo largo de su eje vertical. Ojo, porque hay una diferencia entre alagar y estirar, no es lo mismo: al alargar nuestra columna debemos respetar las curvaturas de la misma. De esta forma, nuestra espalda queda en una posición neutra que es la posición óptima para realizar todo tipo de movimientos con nuestra columna.
Algunos ejemplos según la posición en la que nos encontremos pueden ser:
¿Qué ocurre en nuestro cuerpo con la elongación axial?
Lo más importante es que con la elongación axial liberamos la tensión intervertebral, es decir, creamos espacio entre las vértebras de nuestra columna, facilitando de ese modo los movimientos de flexión, extensión y rotación por segmentos en la misma.
Además, automáticamente se activan todos los músculos del core, incluyendo la musculatura profunda. Recordamos que el core no se limita a recto abdominal y lumbares, sino que también incluye, entre otros, el transverso del abdomen, los erectores espinales, los multífidos, los dorsales y la musculatura del suelo pélvico.
La elongación axial aporta estabilidad a la pelvis, lo cual nos coloca en una postura correcta para realizar los ejercicios. Es una grandísima ayuda a la hora de realizar equilibrios: probad, por ejemplo, a realizar la postura del árbol de yoga (un pie en el suelo, el otro a la altura de la rodilla, con los brazos unidos por encima de la cabeza) con y sin elongación axial y notaréis la diferencia.
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